Página:La Condenada (cuentos).djvu/133

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La barca abandonada




Era la playa de Torresalinas, con sus numerosas barcas en seco, el lugar de reunión de toda la gente marinera. Los chiquillos, tendidos sobre el vientre, jugaban á la carteta á la sombra de las embarcaciones; y los viejos, fumando sus pipas de barro traídas de Argel, hablaban de la pesca ó de las magníficas expediciones que se hacían en otros tiempos á Gibraltar y á la costa de África, antes que al demonio se le ocurriera inventar eso que llaman la Tabacalera.

Los botes ligeros, con sus vientres blancos y azules y el mástil graciosamente inclinado, formaban una fila avanzada al borde de la playa, donde se deshacían las olas y una delgada lámina de agua bruñía el

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