Página:La Condenada (cuentos).djvu/153

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
149
EL MANIQUÍ

alcances. Cuando dijo quién le enviaba, Luis no pudo contenerse: «¡Valiente tal!>, y soltó redondo el insulto. Pero imperturbable el buen viejo, como quien trae aprendido el discurso y lo teme olvidar si tarda en soltarlo, le habló de Magdalena pecadora; del Señor, que siendo quien era, la había perdonado; y pasando al estilo llano y natural, contó la transformación sufrida por Enriqueta. Estaba enferma; apenas si salía de su hotel; una enfermedad que roía sus entrañas, un cáncer al que había que domar con continuas inyecciones de morfina para que no la hiciera desfallecer y rugir de dolor con sus crueles arañazos. La desgracia la había hecho volver sus ojos á Dios; se arrepentía del pasado, quería verle...

Y él, el hombre cobarde, saltaba de gozo al oir esto, con la satisfacción del débil que se ve vengado. ¡Un cáncer!... ¡El maldito lujo que se pudría dentro de ella, haciéndola morir en vida! Y siempre tan hermosa, ¿verdad? ¡Qué dulce venganza!... No; no iría á verla. Era inútil que el cura buscase argumentos. Podía visitarle cuando