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Asi dixo, y partió la velóz Iris,
Y á Minerva asi habló la grande Juno:
„¡Oh hija de Jove, que la Egida tiene
„Yo no creo que lícito nos sea
„Combatir contra Jove por los hombres.
„Que unos perezcan ya, y otros se salven,
„Segun su suerte sea: y él decida
„Pensando lo que sea de su gusto
„Entre Teucros y Danaos, como es justo.”
Dixo; y hace volver á sus Caballos
Que las Horas desuncen, y los atan
Al hermoso pesebre de ambrosía.
Al muro refulgente el carro inclinan;
Y despues ambas Diosas, Juno y Palas,
Teniendo el corazon muy afligido
En sus tronos de oro se sentaron,
Entre los otros Dioses inmortales.
El Padre Jove entonces desde el Ida
En su carro que tiene hermosas ruedas,
Sus Caballos impele ácia el Olympo,
Y llega á la morada de los Dioses.
Los Caballos desunce el gran Neptuno,
Y despues en el ara pone el carro
Con un velo de lino circuído.
En tanto el grande Jove Alti-Tonante