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Le da la mano y con maligna risa:
« Vamos, le dice, ¡oh tú! orador altivo,
Fogoso genio, deja los funestos
Contra nosotros tórbidos proyectos;
Ya mas no nos fatiguen tus arengas.
Cual hicistes un tiempo, bebe ahora,
Y come y fia en nuestros ciudadanos.
Ellos te darán nave y remadores
Con que puedas á Pilos transportarte
A descubrir las huellas de tu padre. »
— « No puedo ya, Telémaco le dice,
Compartir vuestros gozos; no hay en ellos
Para mi pecho gustos ni descanso.
¿No os basta ya mi hacienda haber deshecho?
Si niño fui, ya soy un hombre ahora:
Oigo, me instruyo, y en el alma siento
Desarrollarse mis potencias todas.
Aquí y en Pilos y do quier que vaya,
Con todo mi poder, sobre vosotros
Del Hado llamaré la mano airada.
Partiré y no será el partir en vano.
Nave ni gentes de vosotros quiero;
Mas, no por esto alcanzaréis ventaja:
En nao mercantil, viajante oscuro,
Haré desconocida mi jornada. »
Dice y la mano aparta al falso amigo.
En tanto los rivales del banquete
Las sólitas medidas apresuran;
Mas, entre sus tareas todavía,
Amargas burlas y sarcasmos usan.
« ¿Telémaco? uno dice; si por cierto:
Un vil degüello á todos nos prepara.
De Pilos y de Esparta, mil valientes
Vendrán sin duda á defender su causa.
Tal vez de Efira á los amenos campos
En busca va de tósigos mortales
Que verterá, cuidoso, en nuestras copas