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LA BATRACOMIOMAQUIA.

Y asomada á su rostro
Sonrisa celestial, las soberanas
Voluntades consulta y va explorando.
Quiénes, pregunta, auxiliarán las ranas;
Quiénes están por el opuesto bando.
Y á Minerva tornando
Dulcemente sus ojos, le decía:
«¿Amparará tu escudo á los ratones?
¿Combatirás por ellos, hija mía?
Pues viven en tus templos,
De justicia será que los defiendas:
Que allí los ves danzar, y sus manjares
Su deleite mayor son tus ofrendas,
Y el suavísimo olor de tus altares.»
Las palabras del hijo de Saturno
Volaban resonando todavía,
Cuando la bella Palas
Con semblante de enojo respondía:
«Nunca por los ratones, padre mío,
Mi egida tersa y dura
Brillará, ni mi lanza, en la pelea,
Por más que yo los vea
En el último trance y aventura.
Que me muerde, en verdad, y me remuerde
Pensar cómo se gozan
En beber de mis templos el aceite,
Y por un tan sacrílego deleite,
Cómo aureolas y lámparas destrozan.