Página:La Primera República (1911).djvu/148

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fermedad es tener tu atención sujeta siempre a cosas prácticas, externas, ajenas a todo lo que compone el reino mentiroso de la imaginación».

Como lo decía lo hizo desde la mañana siguiente muy temprano. De acuerdo con Ido, me secuestró apenas tomado mi desayuno, y echándome la garra me llevó consigo, antes que pudiera yo largarme a mis habituales correrías. Movido de una intención benéfica y paternal me hizo su esclavo, y yo, sintiendo el hierro que me oprimía, no pude maldecir la mano dura y generosa del amigo entrañable.

Vedme otra vez en el Congreso, amados leyentes míos y hermanos en la comunidad de la Historia; vedme en la Tribuna, rasgando el papel con lápiz velocísimo, para transmitir a luengas tierras lo que a mi parecer no merecía salir de aquel que a cada paso llamaban augusto recinto. Extractaba yo los vanos discursos sin poner en ellos más que una fugaz atención mecánica. Casi todos los grupos de la Cámara eran hostiles al Gobierno, por la inacción en que éste permanecía frente a las escandalosas insurrecciones cantonales, y al creciente empuje de los Carlistas. A cada momento salían de los escaños voces de arbitristas proponiendo enérgicas panaceas para curar, con rápido tratamiento, los males de la Nación.

El simpático diputado por Cabuérniga (Santander) don Antonio Fernández Castañeda, propuso que se autorizara al Gobierno para