Página:La Primera República (1911).djvu/191

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A cada palabra que te decimos pones esa cara que parece la del bobo de Coria... Déjame que te explique: Para regir el alma de Floriana en las funciones atañederas a la instrucción de los pueblos, hay un Consejo de sabias o sibilas que se llaman Doña Gramática, Doña Geografía, Doña Aritmética, Doña Caligrafía y otras tales... Las has visto. Van cerca de Floriana.

-Decidme, diablas -exclamé fuera de mí-. ¿Estoy dormido o despierto? Sacadme pronto del dédalo de estos mitos que enloquecerían a la razón misma, si la razón con su luz vivificante no los ahuyentara.

Cuando esto decía, advertí un cambio súbito en la intensidad y color de la claridad que nos iluminaba. Las mujeres, que otro nombre no debo darles, prorrumpieron en clamores de júbilo: «¡Ya llegamos a la luz del sol! ¡Ya tenemos día, ya tendremos noche! ¡Horas, venid; venid, voladores minutos! ¡Dulce Tiempo amigo, compañero y compás de la vida, abrázanos!». En tanto, mi cabeza se despejó súbitamente de visiones, mitos, ensueños, delirios aéreos y telúricos, y de todas las fantasmagorías que se habían metido en ella por obra y arte de la razón de la sinrazón. ¡Realidad, qué hermosa eres!