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CAPÍTULO XV.
Concluye san Pablo su exhortacion con muestras de grande aprecio y afecto á los romanos, y del vehemente deseo que tiene de ir á verlos de camino para España.

1 Y así nosotros, como mas fuertes en la fé, debemos soportar las flaquezas de los ménos firmes, y no dejarnos llevar de una vana complacencia por nosotros mismos.

2 Al contrario cada uno de vosotros procure dar gusto á su prójimo en lo que es bueno, y puede edificarle.

3 Considere que Christo no buscó su propia satisfaccion, antes bien, como está escrito [1], decia á su Padre: Los oprobios de los que te ultrajaban, vinieron á descargar sobre mí.

4 Porque todas las cosas que han sido escritas en los Libros santos, para nuestra enseñanza se han escrito; á fin de que mediante la paciencia, y el consuelo que se saca de las Escrituras, mantengamos firme la esperanza.

5 Quiera el Dios de la paciencia, y de la consolacion, haceros la gracia de estar siempre unidos mútuamente en sentimientos y afectos segun el espíritu de Jesu-Christo [2];


  1. Psalm. LXVIII. v.10.
  2. Que todo respira dulzura y caridad. Dios es el manantial y criador de la paciencia: Jesu-Christo es la regla