CAPÍTULO XII
Pero los romanos, como se gloría Scipión en la alegada disputa de República, no quisieron tener expuesta su vida y fama á los dicterios é injurias de los poetas, antes por el contrario, impusieron la pena capital contra cualquiera que se atreviese á formar.semejante poesía; la cual ley sin duda promulgaron con dirección á sus mismas personas, y con sobrado fundamento; mas respecto de sus dioses, esta constitución era irreligiosa y contraria á su decoro, y el motivo de esta indolencia pudo consistir en que, como observasen que sus dioses aufrían, no sólo con paciencia, sino con placer, ser tratados de los poetas con denuestos é injurias, presumieron asimismo eran indignos de los dicterios con que se profanaba la autoridad de los dioses, y para esto se abroquelaron con una sanción tan rigurosa, permitiendo, sin embargo, el que se mezclasen en las solemnidades y fiestas las contumelias con que injuriaban á los dioses.
¡Que sea posible, Scipión, que alabes y encarezcas la providencia de haber prohibido á los poetas romanos la licencia de que no puedan notar con ignominia á ningún ciudadano romano, viendo que ellos no han perdonado á ninguno de vuestros dioses! ¿Es posible que os pareció más estimable la reputación de vuestro Senado que la del Capitolio, ó, por mejor decir, la de toda Roma más que la de todo el cielo, que prohibieseis severamente por medio de una autorizada sanción á los poetas vomitasen la ponzoña de sus lenguas contra el honor de vuestros ciudadanos, y el que sin temor del castigo