CAPÍTULO XXVI
El filósofo Platón quiso que los dioses menores que crió el sumo Dios fuesen hacedores de los demás animales, recibiendo del Señor la parte inmortal, y de sí mismos la mortal, defendiendo que estos dioses no eran criadores de nuestras almas, sino de los cuerpos: y por cuanto Porfirio, por amor de la purificación del alma dice que debe huirse de todo lo que es cuerpo, opinando as ismo con su maestro Platón y con los demás platónicos que los que vivieren disoluta y torpemente vuelven á los cuerpos mortales para pagar sus penas: aunque Platón dice que también pasan á los cuerpos de las bestias, y Porfirio solamente á los de los hombres, síguese necesariamente que digan y confiesen que estos dioses á que ellos desean que les tributemos adoración como á progenitores y autores nuestros, no son otra cosa que unos fabrica dores y arquitectos de nuestras cadenas y cárceles, y no nuestros fautores, sino crueles carceleros que nos encierran en miserables y horrendos calabozos, y nos ponen gravísimas é insufribles prisiones y cadenas: ó desistan, pues, los platónicos de amenazarnos con las penas que resultan á las almas de estos cuerpos, ó no nos prediquenque adoremos á los dioses cuyas obras que hacen en nosotros, ellos mismos nos exhortan á que las huyamos en cuanto pudiésemos y nos libremos de ellas, aunque lo uno y lo otro es falsísimo; porque ni de esta suerte satisfacen las almas las penas que deben, tornando de nuevo á esta vida penal, ni hay otro autor y criador de