CAPÍTULO XV
mente el mandamiento, fuera también espiritual en la carne, fuese carnal asimismo en el espíritu. Y porque con su soberbia se había agradado y pagado de sí, por justicia de Dios fuese entregado á sí propio para que no estuviese como había pretendido en su omnimoda, absoluta é independiente potestad, sino que, desavenido igualmente consigo propio, pasase debajo de aquel con quien se había avenido, pecando, una dura y miserable esclavitud, en lugar de la libertad que solicitó, habiendo muerto voluntariamente en el espíritu, y habiendo de morir contra su voluntad en el cuerpo; y supuesto que había desamparado la vida eterna, fuera también condenado á la muerte eterna, si no le libertase la gracia. Y el que piensa que semejante condenación es demasiada o injusta, sin duda que no sabe medir ni tantear la gravedad de la malicia que hubo en el peca-