rusalén la palabra del Señor», según predijo el mismo Cristo Señor nuestro, cuando después de su resurrección, estando sus discípulos admirados y absortos de verle (1), «les abrió los ojos del entendimiento para que entendiesen las Escrituras, diciéndoles: así estáescrito y así con venía que padeciera Cristo, resucitará de entre los muertos al tercero día, y se predicará en su nombre la penitencia y remisión de los pecados por todas las gentes, comenzando desde Jerusalén»: y cuandoen otra parte respondió á los que les preguntaron cuándo sería su última venida, diciéndoles (2): «no es para vosotros el saber los tiempos ó momentos que puso el padre en su potestad: con todo, recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y daréis testimonio de mí en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria y hasta los últimos fines de la tierra». Deade Jerusalén, primero, se comenzó á sembrar y extender la Iglesia, y siendo muchos los creyentes en Judea y en Samaria, se dilató también por otras naciones predicando el Evangelio los que él mismo, como lumbreras, los había provisto de cuanto habían de decir, llenándoles de la gracia del Espíritu Santo; porque les dijo (3): «no temáis á los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma». Y así, para que no les entibiase el temor, ardían con el fuego vivo de la caridad. En fin, éstos, no sólo los que antes de la pasión y después de la resurrección le vieron y oyeron, sino también los que después de la muerte de éstos les sucedieron entre horribles persecuciones, y varios tormentos y muertes de innumerables mártires, predicaron en todo el munido el Evangelio, confirmándolo el Señor con señales y prodigios, y con varias virtudes y dones del Espíritu.
(1) San Lucas, cap. XIV.
(2) San Lucas, cap. XIV, (3) Id., lug. cit.