rio (I), de manera que todavía se
halla libre de las gravisimas é insolubles cuestiones sociales que la enorme densidad de la población impone al
viejo mundo. No tiene los inconvenientes insuperables de los países de tradiciones arraigadas, ya que más de la
cuarta parte de la población se compone de extranjeros (2), y que, entre los mismos argentinos, las tres cuartas
partes pertenecen á razas de los países
más diversos (3). Las costumbres, pues,
pueden modificarse sin mayores inconvenientes: hay, sin embargo, que tener
(1) La densidad de la población, en 1895, era de
1.40 habitantes por kilómetro: en 1869 era sólo
de 0.6,0.
(2) En 1895 había 1.004.527 extranjeros, siendo los argentinos 2.950.384: es una proporción de 254‰, mientras que en 1899 la proporción había sido de 121‰.
(3) Desde 1857, época desde la que se llevan registros ordenados de la inmigración, han llegado al país 2.500.000 almas, cuyos hijos son argentinos y hoy forman familias enteras: no es aventurado avaluarlos en un 75% de la población netamente argentina. Basta observar los apellidos de la casi totalidad de los hombres que figuran en la vida pública argentina, para reconocer aquel hecho.