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refugios de ancianos; formando una vasta red de beneficencia, que constituye una administración tan complicada como la de un Estado, con presupuestos cuantiosos, con atenciones minuciosas y en constante aumento.

Es realmente hermosísimo el espectáculo que ofrecen nuestras señoras más distinguidas, tomando valientemente á su cargo tarea tan abrumadora, y desempeñándola con un tacto especial, del que sería incapaz el hombre. Acreedoras á la justa gratitud del país, cumplen silenciosamente con su deber. Empeñadas están en resolver arduos problemas, pues saben ciertamente que no basta recoger á las criaturas desamparadas, educarlas y enseñarlas oficios rudimentarios, si se las ha de lanzar inopinadamente, en la edad más peligrosa, al torbellino de la vida diaria: ¿cuántas logran labrar su porvenir, cuántas apenas vegetar, cuántas sucumben desesperadas ó son presa involuntaria del vicio que las acecha? Es urgente encontrar para las asiladas otra ocupación que no sea la costura ó el servicio doméstico: sin duda la que tenga la oportunidad de