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Placer por excelencia,
La sublime sin par Filantropía
Te ofrece del placer la rica esencia.
Sus huellas sigue con viril anhelo,
Y tu vida verás tornarse en cielo.
¡Que el cielo le has de hallar en tu conciencia!

CREYENTE

¿En mi conciencia? ¡Oh! no: me dice ella,
«No te engañes, mortal; yo soy la estrella
Que te dirige al suspirado puerto;
Soy tu norte del mundo en el desierto.
Pero tu fin... ¡es Dios! Ese concierto
Grandioso de las obras de natura,
Ese cielo bañado de luz pura,
Y matizado de astros rutilantes,
Riquísimos diamantes
Dignos de la grandeza
De ese Dios de los mundos soberano,
Son obra de su mano
Que de nada formó todos los seres.
Del mundo los placeres
Que te brindan delicias placenteras,
Son hermosas quimeras
Que te mienten dulzura,
Para llenar tu pecho de amargura.
Su vino delicioso,
De sabor celestial, de vista grata,
Es licor ponzoñoso
Que embriaga dulcemente, pero mata.
El placer de la ciencia
Es un placer sublime
Que eleva, que ennoblece, que consuela;