Página:La música como develadora del sentido del arte en Marcel Proust.djvu/79

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nuestros ojos, de los diversos hechos de nuestra vida, es más bien un vacío del que de cuando en cuando una similitud actual nos permite sacar, res ucitados recuerdos muertos; pero hay además mil pequeños hechos que no han caído en esa virtualidad de la memoria y que permanecerán siempre incontrolables para nosotros (V, 156), (III, 146). En vez de un ejemplar duplicado, siempre presente ante una duración proustiana diferente dela duración bergsoniana: ante la “continuidad melódica" e indivisible, "una simple pluralidad de momentos aislados y alejados los unos de los otros"; y esta indiferencia en la duración, establece distinción en la búsqueda por el espíritu del tiempo perdido: para Bergson "un lento y fácil deslizamiento hacia atrás", "un hundirse del espíritu aflojado en un pasado que no cesa de presionar suavemente”; mientras que, para Proust es una empresa de una dificultad muy grande, para la que se requiere una gracia especial y un máximo de esfuerzo para disipar la memoria convencional y, luego, "enfrentar la verdadera nada, la del olvido", en un recorrido vertiginoso, como el de una caida, para arribar a una concepcióm del tiempo "como una entidad, a la vez espiritual y sensible, hecha de relaciones entre momentos infinitamente separados los unos de los otros"‘”. De todas manera, las impresiones musicales, segun se desprende del texto de Proust, tienen un modo de ser virtual en nuestra memoria, cuando pueden ser recordadas, y, en otros casos, quedan olvidadas, como ocurre con lo soñado. Y al usar el aparato sobrenatural que es el teléfono, el narrador recuerda las voces de sus amadas yde su abuela, como instrumentos musicales individuales que tienen una multiplicidad sonora que opaca los coros de ángeles de los artistas primitivos. Y el narrador vuelve a pensar, como Swann con su unicornio, en un universo puramente audible, donde también habría variación individual. En uno de esos momentos, en que las intermitencias de sus celos dejan tranquilidad al héroe, "en la beatitud de una luz interior”, aquél se sienta al piano y dedica su pensamiento, separado de Albertina, a concentrarlo en la sonata de Vinteuil. Ni siquiera le interesa la combinación del motivo voluptuoso y del ansioso, que pudiera responder a sus celos actuales. Decide tomar la sonata de otro 80 Es en este tipo de textos sobre los que se apoya Georges Poulet para sostener