Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/65

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visión no corresponde a la "realidad verdadera", en la que la mujer está con otro amante en su casa. Delia es imaginada como una esposa abnegada que comparte con su amado rusticus la vida de digna pobreza, siendo señora de su pequeño territorio y exclusiva regente de la vida doméstica: Illa regat cunctos, illi sint omnia curae: at iuuet in tota me nihil esse domo. vv.29-30 Que ella los gobierne a todos juntos, estén todas las cosas a su cuidado: pero ordenará que yo no sea nada en toda la casa. El pasaje culmina con la aparición de Mesala, que rubrica la dignitas de la vida rústica y sella la beatitud de la unión del poeta y su gentil amada: Huc umiet Messalla meus, cui dulcia poma Delia selectis detrahat arboribus: et, tantum uenerata uirum, hunc sedula curet, huic paret atque epulas ipsa ministra gerat. vv.31-34 Aquí vendrá mi Mesala, a quien Delia traerá dulces frutos de árboles escogidos: y, venerando a hombre tan grande, lo cuidará solícita; ella misma como ministra preparará para éste y le llevará los manjares. La visión se interrumpe abruptamente con el desvanecimiento del haec mihi fingebam (v.35), y la vuelta a la situación actual de separación retoma el motivo del vino, como en 1.2.1-4, alque se une una nueva presencia femenina que pretende equiparase en vano al alter felix ille de Delia: Saepe aliam tenui: sed iam cum gaudia adirem, admonuit dominae deseruitque Venus; tunc me discedens deuotum femina dixit, et pudet et narrat scire nefanda meam. vv.39-42 65