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ya habíamos sellado de esa manera nuestra alianza, me siguió al carruaje, sin negarse en nada á acompañarnos.

PARA

Acababan de dar las tres en el reloj del palacio cuando llegué á Pondicherry Lodge. El expugilista Me. Murdo había sido arrestado como cómplice, y estaba ya en la estación de policía, junto con el señor Sholto.

Dos vigilantes cuidaban la entrada de la casa, pero con sólo mencionar el nombre del detective nos dejaron pasar á mí y al perro.

Holmes estaba parado en la puerta de la casa, con las manos en los bolsillos y fumando su pipa.

1 F Ah! Lo ha traído usted !—dijo. Qué buen perro! Athelney Jones ha salido. Durante la ausencia de usted he presenciado un gran despliegue de energía. Ha arrestado, no solamente al amigo Tadeo, sino también al portero, á la ama de llaves y al sirviente indio. Ahora la casa nos pertenece, pues la única persona que ha quedado en ella es un sargento de policía que está arriba. Deje usted el perro aquí, y suba conmigo.

Atamos á Toby á la mesa del vestíbulo, y subimos las escaleras. El cuarto estaba tal como lo habíamos dejado, y el único cambio consistía en que el cadáver había sido cubierto con una