Página:La señal de los cuatro - Arthur Conan Doyle (1909).pdf/168

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 170 —

— —Me parece que vamos ganando un poco de terreno dijo Jones, que no quitaba los ojos de La Aurora.

—Estoy seguro de que si—le contesté yo.No pasarán muchos minutos sin que la alcancemos.

Pero en ese momento, como obra de nuestra suerte infausta, un remolcador con tres lanchas cargadas se atravesó entre nosotros y La Aurora.

Tuvimos que desviar el timón con toda fuerza para evitar una colisión, y antes de que pudieramos rodear las lanchas y recuperar nuestra ruta, La Aurora nos había ganado por lo menos doscientas yardas. Sin embargo, todavía seguía á nuestra vista. La noche iba aclarando más y más, y el cielo se cubría de estrellas.

Nuestra máquina andaba con estupenda rapidez, y el frágil casco vibraba y crujía de manera alarmante. Ya habíamos pasado como una exhalación por la Laguna, dejando atrás los muelles de las Idias Occidentales, y el extenso puerto de Deptford, y acabábamos de costear la isla de los Perros. El punto obscuro que teníamos delante fué dando lugar poco á poco á la delicada Aurora, y Jones dirigió sobre ella nuestro foco eléctrico, para que pudiéramos ver á la gente que estaba sobre cubierta.

En la proa iba sentado un hombre que llevaba