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para, vamos á extender nuestras pesquisas hasta el cuarto de arriba: el cuarto secreto en que estaba el tesoro.

Holmes subió por la escala, y, poniendo una mano en cada lado del agujero, se introdujo por éste. Luego se inclinó desde arriba, tomó la lámpara, y la tuvo mientras yo subía.

El recinto en que nos hallábamos, tenía unos diez pics de largo por seis de ancho. El piso estaba formado de frágiles tablillas, colocadas sobre los tirantes de hierro y cubiertas de yeso, lo que nos obligaba á pisar únicamente sobre los tirantes. El techo, en punta, no cra, visiblemente, más que la cubierta interior de la verdadera techumbre de la casa. No había muebles ni objeto alguno, y el polvo acumulado durante años formaba en el suelo una espesa capa.

—Aquí tiene usted !—exclamó Sherlock Holmes, poniendo su mano en la pared inclinada.

Y ve usted? Esta es una puerta claraboya que conduce afuera. Con empujarla se encuentra uno con el plano inclinado del techo. Este es, puos, el camino por donde ha entrado Número Uno. Veamos si podemos encontrar otros rastros de su individuo.

Acercó la lámpara al suelo, y al instante vi, por segunda vez en aquella noche, que su rostro adquiría una expresión de sorpresa y horror.