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el carpintero, por ejemplo, no construye la mesa sin que tenga á la mano la madera necesaria; pero no existiendo nada, decir, hágase y quedar hecho, supone un poder sin límites. Esto hizo Dios, y no con objetos de poca monta, sino con el mundo entero.

Dios ha de ser infinitamente sábio, pues que su sabiduría resplandece en sus obras en el cielo y en la tierra; eterno, porque no habiendo sido criado no puede tener principio ni fin; infinito en perfeccion, porque existiendo por sí mismo nada le ha podido limitar, y tiene en sí propio la plenitud del ser; y de consiguiente inmenso, justo, santo, bondadoso, misericordioso, premiador de los buenos, castigador de los malos, en una palabra: un Espíritu infinitamente perfecto, criador, conservador y ordenador de todas las cosas.

De aquí se sigue que Dios está viendo todo lo que pasa en el mundo, y todo lo que ha pasado y pasará, con tanta claridad como vemos nosotros las cosas que tenemos delante de nuestros ojos, en