Réstanos ahora probar que Jesucristo era enviado de Dios, y verdadero Dios.
Nadie ignora que en varios tiempos y lugares han existido algunos hombres que se han dicho enviados del cielo, cuando en realidad no eran mas que pérfidos impostores que engañando á la muchedumbre procuraban hacer su negocio, ó miserables alucinados que tenian desconcertado el celebro. En una de estas dos clases ponen á Jesucristo los enemigos de la Relijion; y aunque es bien claro que la sola idea de tal blasfemia hace horrorizar á todo cristiano, es sin embargo mui conveniente que procuremos manifestar á la luz de la razon, la suma injusticia y lijereza con que proceden en esta parte los enemigos de Jesucristo. Su sola persona se presenta ya á primera vista tan extraordinaria, tan superior á todos