Y entonces me miró, me rechazó con ademán violento, me llenó de injurias, y me recitó estos otros:
¡Pero yo te abandonaré, como tú me has abandonado, desdeñando mi deseo! ¡Y tendré contigo la misma consideración que conmigo tuviste!
¡Y me apasionaré por otra, ya que á otro le inclinaste! ¡Y de la ruptura eterna entre nosotros no tendré yo la culpa, sino tú solamente!
Y al concluir estos versos, dijo al negro: «¡Córtala en dos mitades! ¡Ya no es nada mío!»
Cuando el negro dió un paso hacia mí, desesperé de salvarme, y viendo ya segura mi muerte, me confié á Alah Todopoderoso. Y en aquel momento vi entrar á la vieja, que se arrojó á los pies del joven, se puso á besarlos, y le dijo: «¡Oh hijo mío! como nodriza tuya, te conjuro, por los cuidados que tuve contigo, á que perdones á esta criatura, pues no cometió falta que merezca tal castigo. Además, eres joven todavía, y temo que sus maldiciones caigan sobre ti.» Y luego rompió á llorar, y continuó en sus súplicas para convencerle, hasta que él dijo: «¡Basta! Gracias á ti no la mato; pero la he de señalar de tal modo, que conserve las huellas todo el resto de su vida.»
Entonces ordenó algo á los negros, é inmediatamente me quitaron la ropa, dejándome toda desnu-