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LAS RUINAS PREHISPÁNICAS DE EL ALFARCITO

zas, las huellas de los canales, acequias y bocas de toma parecen estar frescas todavía.

En los tiempos actuales, el mermado arroyo de El Alfarcito y las vertientes que lo alimentan han disminuido de tal manera en su caudal que las tierras susceptibles de riego son una mínima parte con respecto a las antiguas. Si se tiene presente esta extraordinaria reducción de las tierras de cultivo, en comparación con la enorme área aprovechable en los tiempos pasados, habrá que convenir que los habitantes que poblaron aquella región fueron muy numerosos y que no fijaron allí su residencia, pues no ha sido posible descubrir el menor vestigio de asiento de una población definida. Mi creencia es que El Alfarcito fue exclusivamente destinado a la agricultura por una población que fijó su residencia fuera de la comarca, posiblemente en la vecina quebrada de Humahuaca. Los yacimientos arqueológicos explorados, como se verá, parecen ser accidentales y presentan una aplastadora uniformidad, caracteres favorables para apoyar mis sospechas sobre la unidad de cultura en la comarca.

Creo oportuno insistir sobre los procedimientos que utilizaron los antiguos habitantes de El Alfarcito para regar sus sementeras, porque en ninguna parte tuve ocasión para verlos con más nitidez y mayor profusión.

En una de las tantas lomadas que se levantan a orillas del más antiguo cauce del arroyo de El Alfarcito (fig. 3), que como ya he dicho hoy ha quedado reducido a una insignificante corriente, se encuentra una serie de terrazas descendentes cuyas murallas de contención son perpendiculares al curso de las aguas. Estas terrazas son, en general, amplias y ocupan toda la superficie comprendida entre la ribera del río y la base de la meseta o lomada próxima. El desnivel entre una y otra terraza generalmente no excede de lm20.

Estas terrazas fueron regadas directamente, es decir, sin necesidad de abrir largas acequias; las bocas de toma estaban en la misma terraza. El excedente de agua, después de practicado el riego, se volcaba sobre las terrazas de la lomada vecina, consiguiendo por este ingenioso procedimiento el riego de todas las terrazas.

Trataré de aclarar este sistema de riego de El Alfarcito, valiéndome del croquis representado en la figura 4.

El arroyo de El Alfarcito, como puede verse en la citada figura, corre