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TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

la Eubea, llamado cabo Ceneo, que en torno baña el mar, donde estaba levantando altares a Júpiter, su padre, y deslindando el bosque que le iba a consagrar, allí le encontré con grande gusto mio. Y cuando se disponta a inmolar las víctimas para los sacrificios, llega de casa el heraldo Lica, no de vacio, sino con tu regalo, el mortifero manto. Se lo vistió aquól, según tú se lo mandabas, y empezó el sacrificio de doce hermosos bueyos que eran las primicias del botin; añadió luego en conjunto allí mezcladas hasta cien bestias. Y al principio oraba el infeliz con el corazón lleno de piedad y gozoso con el adorno de la túnica. Mas cuando se leyantó la sanguinolenta llama de las venerables victimas y la resinosa encina, el sudor le brotó por todo el cuerpo y la túnica se le pegó a los costados, tan perfectamente adaptada a todos los miembros como si estuviera adherida a'una estatua. Le entró primero por los huesos una comezón que lo desgarraba, y luego, como veneno de cruel y mortifera vibora que lo consumia. Entonces increpó al desdichado Lica - que no era cal. pable de tu maldad - los artificios con que le había entregado tal manto; y el infeliz, que nada sabla, dijo que aquello no era más que tu regalo tal como le había sido encomendado. Y él que lo oyi, transido de dolor, porque la convulsión le habia atacado en las entrañas, agarrándolo del pie por donde éste se dobla ġ articula con la pierna, lo arroja contra una roca que el mar baña en torno. Y de su cráneo, partida la cabeza por el medio, saltó la banca medulay sangre a la voz, Todo el pueblo dió gritos do horror, deplorando la enfermedad del uno y la muerte del otro. Y nadie se atrevia & acercarse delante del héroe, que ya se revolvia por el suelo, ya daba saltos en el aire gritando y lanzando ayes, Repercutian en torno los rocosos montes de la Locria y los