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Página:Lopez Nuestra tierra.djvu/106

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fueran molestados y tal vez atropellados por los ciclistas. El niño le aseguró que no atropellaría a nadie, y le pidió por lo tanto que lo dejara recorrer el jardín; pero su interlocu- tor se opuso resueltamente, volviendo a repetir que él esta- ba allí para hacer respetar las ordenanzas. Como Julito in- sistiera y hasta se acalorara un tanto, acercóse un agente que tenía su parada a pocos metros del lugar del incidente, NETA y, después de oír a am- X bos, ordenó al niño sa- liera al instante del jar- dín, pues de lo contrario lo llevaría con su bici- cleta a la comisaría.

Innecesario es decir que éste obedeció al pun- to, pero no sin replicar aún, amenazando al vigi- lante con poner la que- ja ante su papá, quien seguramente lo haría castigar por haberlo mo- lestado.

El padre de Julito es muy recto, y éste muchas veces le había oído decir que se debe respetar la libertad de los in- dividuos, porque sin libertad no hay bienestar posible.

Así que llegó a su casa, Julito expuso tal cual lo ocurrido, sin quitar ni agregar nada, porque, eso sí, Julito es incapaz de decir lo que no sea verdad; pero con gran sorpresa oyó a su padre dar toda la razón al guardián.


Agente de policía urbana.