Esta página ha sido corregida
66
CESAR A. VALLEJO
IV
La Grama mustia, recogida, escueta
ahoga no sé qué protesta ignota:
parece el alma exahusta de un poeta,
arredrada en un gesto de derrota.
La Ramada ha tallado su silueta,
cadavérica jaula, sola y rota,
donde mi enfermo corazón se aquieta
en un tedio estatual de terracota.
Llega el canto sin sal del mar labrado
en su máscara bufa de canalla
que babea y da tumbos ahorcado!
La niebla hila una venda al cerro lila
que en ensueños miliarios se enmuralla,
como un huaco gigante que vigila.