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nosotros la guerra contra nuestros primogenitores, ni que vosotros, confederados con los demas, seais contrarios nuestros. Vuestro deber será manteneros quietos y neu trales, pues si el negocio me saliese como deseo y espero , sabed que á nadie pienso hacer inayores mercedes que á vosotros.» Dicese ,pues, que tal propuesta ni la oyeron los Argivos de mala gana , ni les pareció digna de desprecio ; si bien nada ajustaron en el momento con el Persa , ni en . traron en pretension alguna; pero cuando los Griegos los solicitaron para la liga , bien persuadidos de que los Lace demonios no vendrian en concederles el mando de las tropas , pretendieron entonces parte del mismo pretexto de que se valieron para mantenerse quietos y neutrales.

CLI. No faltan Griegos que en confirmacion de lo refe rido cuentan otra historia , que pasó muchos años despues, de esta manera : Dicen que sucedió hallarse en Susa la Memnonia los embajadores de Atenas, Calias, el hijo de Hi pomonico , y los que en su compañía habian subido á aque lla corte encargados de un negocio diferente del que traian otros embajadores enviados allí por los de Argos; que és . tos preguntaron á Artajerges, hijo y sucesor de Jerges , si subsistia aún en su vigor la paz y amistad que tenian ellos concertada con Jerges, ó si les miraba ya como enemigos, y que les respondió el rey Artajerges que en verdad que. daba el tratado en su vigor, y tanto que á ninguna ciudad miraba él por más amiga de la corona que á la de Argos.

CLII. Pero no me atrevo á asegurar si Jerges envió ó no á Argos al tal heraldo con aquella embajada, ni si hicie ron dicha pregunta á Artajerges los embajadores de los Argivos subidos á Susa , ni diré sobre ello otra cosa dife rente de la que refieren los mismos Argivos. Sé decir úni camente que si salieran á plaza lodos los hombres cargados con sus males acuestas, con la mira de trocar su hatillo con el de otro , echando cada cual los ojos y mirando los males de su vecino, tornarian á toda prisa á cargar con sus