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obrado bien ó mal. Los sentimientos morales impli- can la idea del bien ó se derivan deella: no alcanzan por lo tanto á explicarla. No pueden, además, fundar una ley universal. No es el mismo este sentimiento en todos los hombres, nitodos están dispuestosá dis- frutar con igual delicadeza de los placeres intimos del corazón. Hay naturalezas toscas y las hay delicadas. El estado de la atmósfera, la salud, la soledad, el rui- do, avivan ó entorpecen la sensibilidad moral.
I51. Doctrina de la simpatía de Adam Smith.—La doc- trina de Adam Smith, es una de las formas más in- geniosas que ha revestido la moral del sentimiento.
Se funda esta doctrina en la simpatía, tendencia natural que nos lleva á ponernos en armonia de im- presiones con nuestros semejantes.
El testigo de una acción simpatiza d nó con el sen- timiento que la motiva: de aqui las ideas de bien y de mal. Cuando el sentimiento que origina la acción es benévolo, excita la gratitud del que es objeto de ella; lo que explica la idea de mérito y de un modo inverso la de demérito. Finalmente, el remordimiento y la satisfacción moral, nacen de la tristeza ó alegría que sentimos, según que estamos en desacuerdo ó 'en ar- monia con nuestros semejantes.
Este sistema desfigura las nociones morales del bien y del mal, porque es sabido que para juzgar con seguridad es necesario ahogar las simpatias, no to-
