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B. PÉREZ GALDÓS

dad generosá, el fácil arranque para las dádivas y mercedes, el corazón abierto á los cariños y cerrado á los rencores, quedaron obscurecidos y ahogados por insubstancial beatería, por la volubilidad y sinrazón que presidían á los cambios de gobierno, por el olvido del principio de libertad, aliento de los héroes que dieron la vida por asegurar la corona de Isabel. ¡Y ella se quejaba de los ingratos, sin darse cuenta de la monstruosa ingratitud suya!

Comparemos. Poniendo los tiempos de Isabel junto á los tiempos siguientes, para ver si estas generaciones valen más ó menos que aquéllas, advertimos que si en algunos órdenes la diferencia nos es favorable, en otros hemos perdido bastante. Entonces era mayor la ignorancia; pero las voluntades más firmes. Entonces hacían los hombres algo bueno, y algo, quizás algos, perteneciente al reino de la maldad; ahora los hombres han descubierto y practican el fácil oficio de no hacer nada. Entonces había más fe, ideales luminosos, arrestos para todo; hoy tenemos un poquito de cultura, conocimientos de mayor extensión: se sabe el nombre de las cosas, de las subcosas, y toda derivación de la materia o del pensamiento tiene su estudio; mas reina en las almas el orgullo del saber ó el desdén de lo que se ignora, envueltos ambos en la blanda pereza de las acciones.

¿Proceden estos males de los males de marras? Así debe de ser, como nuestra reía-