231 Tamariz se quedó hecho un pasmarote, y sotto roce dijo á su compañero: —Esc de siniestra irá contigo..... desclava, hombre.
—No, Mercedes, á ti te toca.
—¿Qué diablos va á tocarme á mi? Me corresponde la izquierda.
El cura, viendo que el sacristán se hacía remolón, para cumplir la orden, repitió: —Santo varón, desclava la mano siniestra del Señor.
Ni por esas. Mercedes Tamariz no se daba por notificado y seguía disputando con el otro prójimo.
Entonces, aburrido el párroco, le gritó: —¡Tuerto borracho! Desclava la mano izquierda del Señor.
Eso de llamarle Tuerto, y en público para mayor agravio, le llegć al sacristán á la pepita del alma, le removio el concho alcohólico, arrojó con estrépito la herramienta que para desclavar tenía en la mano, y se salió furioso de la iglesia, parroquial, diciendo: —Padre, no tiene usted la culpa sino yo, por haberme metido eu semejantes candideces.