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Ricardo Palma

onzas y le dió á mandar un regimiento de picas, compuesto de ciento cuarenta hombres.

En la batalla de Huarina, el ejército de Gonzalo no excedía de quinientos hombres, y el mando de una parte de la infantería fué confiado á Machicao. Como hemos dicho, esta batalla contra doble fuerza, sólo pudo ganarla un soldado tan entendido como el maese de campo Francisco de Carbajal, quien manchó sus laureles haciendo ahorcar en el mismo campo á un sacerdote dominico, el padre González, junto con treinta de los principales prisioneros.

Pero en Huarina hizo Carbajal una acción muy meritoria. Machicao, que dudaba del triunfo, abandonó cobardemente su puesto apenas se rompieron los fuegos. Al otro día regresó al campamento, y Carbajal lo mandó arcabucear. Bien merecido se tenía tan desastroso fin.