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Ricardo Palma

putadas por su talento y su vasto saber, pero que no midan los puntos de prestigio y de universal renombre del ilustre Director de nuestra Biblioteca Nacional, para poder dar á la reforma la seriedad conveniente, es algo que no tiene explicación.

Por lo mismo es para mí seguro que, cuando lea estos renglones que le llevan la confidencial noticia de que su renuncia no ha sido aceptada, tendrá usted que variar su propósito, resignarse á la tarea en cuestión. No carece ella de espinas, bien lo sé; pero, á la larga, vendrá á ser dulce para su corazón de peruano, cooperar al fin plausible que ha movido al supremo gobierno.

A la obra, pues, mi noble y muy querido amigo; y que tenga el país que agradecer esta nueva muestra de patriotismo puro, al que, con sus altísimos dotes y su voluntad inquebrantable, le ha consagrado todos sus desvelos. Estrecha á usted la mano á la distancia, el primero de sus admiradores cariñosos, último de sus amigos humildísimos.

J. Ignacio Gamio.


Lima, 26 de Noviembre de 1901.

Señor don J. Ignacio Gamio:

Mi muy bondadoso amigo:

De la lectura de su amabilísima carta de hoy deduzco que en el supremo gobierno hay buena voluntad para ampliar las atribuciones del Jurado, que, según el decreto primitivo y el de la designación de jueces, no nos facultaban más que para fallar sobre el mérito de las composiciones. Siéndole, pues, ahora lícito al Jurado resolver sobre la subsistencia ó insubsistencia del coro, no tiene ya razón de ser la renuncia formulada por su amigo afectuosísimo.

Ricardo Palma.


Se presentaron al Concurso treinta y siete himnos que fueron desechados por el Jurado. Subsisten, pues, actualmente (1906), con carácter oficial el coro y las cuatro estrofas de La Torre Ugarte.