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Abr. 1827.
PREPARATIVOS.

puede considerar cabo Negro como la frontera de dos países, completamente diferente uno del otro por su apariencia y estructura geológica, como también por el clima, esta última diferencia puede ser atribuida a la desemejanza de sus producciones botánicas.

Por lo tanto regresamos a puerto del Hambre. Durante nuestra ausencia, un bote del Beagle había cruzado el Estrecho a bahía Lomas, donde un grupo de nativos había encendido fuegos de invitación.

El tiempo, desde que el sol cruzó el ecuador, había estado inusualmente bueno; y, exceptuando un día de lluvia torrencial, el cielo era tan claro ( el viento era moderado del NE ) que todas las alturas estaban expuestas a nuestra vista, y entre ellas sobresalía el monte Sarmiento.

Nuestros preparativos para zarpar estaban casi completos, el Hope fue desmantelado e izado, y nuestro campamento temporal en tierra abandonado. Este consistía en una carpa y una tienda de campaña grande. En la primera estaba el Sr. Harrison (oficial ayudante), quien tenía a su cargo al personal, y los instrumentos meteorológicos: la tienda de campaña alojaba a la tripulación. Cerca de ellos estaban el observatorio, un aserradero, y un lugar para cocinar, donde un fuego alegre estaba siempre llameando. La carpintería, el banco de los toneles, la fragua del armero, cada uno tenía su lugar, así como el taller de cabullería, cerca del cual nuestro aparejo fue recorrido, y las velas fueron reparadas. Después de las horas de trabajo la partida de tierra vagaba cerca del bosque con armas de fuego, o en la baja recogían mariscos,*[1] con lo cual generalmente tenían comida fresca dos veces, pero siempre una vez, por semana. Mientras tanto, el buque fue mantenido cuidadosamente limpio y en orden. Los oficiales que no estaban en trabajos activos hacían excursiones con sus armas; y aunque la vecindad inmediata a nuestras carpas era reducida en espacio, una caminata de unas cuantas millas era siempre recompensado como un deporte suficiente. Cuando se presentaba la oportunidad, a algunos de los hombres se les permitía entretenerse en tierra con sus armas, por lo cual varios se habían provisto de pólvora y tiros. Todos los domingos, después del oficio divino, que se llevó a cabo lo más regularmente posible bajo nuestras circunstancias, los tripulantes que deseaban

  1. *De aquellos como especia de mactra (M. edulis Nob.) eran los más abundantes.