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May 1827.
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PATAGONES - BAHÍA GREGORIO

donde pasamos la noche. Por fin, el 8, acompañados por el Beagle, continuamos nuestro viaje con una fuerte brisa del suroeste, que nos llevó rápidamente hasta cabo Negro, cuando sopló muy fuerte fondeé en bahía Laredo. En este fondeadero sin duda sentimos el aire mucho más frío y cortante que en puerto del Hambre, debido a que estábamos en una situación más expuesta, y la proximidad del invierno, así como el fuerte temporal del suroeste que estaba soplando.

Después que el temporal amainó, continuamos con viento a favor y una ligera brisa hasta la Segunda Angostura, donde el viento calmó; pero como la corriente estaba en nuestro favor, la pasamos rápidamente. En una colina cercana a nosotros observamos a tres o cuatro indios patagones parados juntos, y sus caballos pastando cerca de ellos. Una fogata pronto se encendió, para atraer nuestra atención, a cuya señal respondimos mostrando nuestra bandera; si no hubiese sido porque luego nos comunicamos con esta gente, sin duda habríamos pensado que eran gigantes, porque ellos “aparecían muy grandes” así parados en la cima de la colina. Este engaño óptico, sin duda, debe haber sido causado por espejismo. Siempre se ha observado que la bruma es muy abundante durante el tiempo bueno y un día de calor, presentándose por la rápida evaporación de la humedad depositada abundantemente, sobre la superficie de la tierra, en todas las partes del Estrecho.

Tan pronto como los patagones se dieron cuenta que los habíamos visto, montaron y cabalgaron a lo largo de la costa a la cuadra nuestra, siendo acompañados por otra gente, hasta que el número total no puede haber sido menos de cuarenta. Varios potros y perros estaban con ellos. Después de fondear en bahía Gregorio, donde pretendía permanecer por dos días para comunicarme con ellos, lancé un rocket, encendí una bengala azul y envié al teniente Cooke a tierra para pedirles un gran abastecimiento de carne de guanaco, por el cual les pagaríamos con cuchillos y abalorios. El bote regresó a bordo inmediatamente, trayendo cuatro nativos, tres hombres y “María”. Esta más bien notable mujer debe haber tenido, a juzgar por su apariencia, alrededor de cuarenta años: se dice que ella nació en Asunción, en Paraguay, pero yo creo que el lugar de su nacimiento fue más cercano a Buenos Aires. Ella hablaba entrecortado, pero