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Ago. 1828.
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CÓNDORES - SU COMIDA.

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Un cóndor muy grande fue abatido por un hombre del Adelaide, el cual medía de largo, cuatro pies tres y media pulgadas, y nueve pies y dos pulgadas entre las extremidades de las alas. Fue regalado al Museo Británico. Muchos relatos exagerados de esta ave han sido dados por los antiguos viajeros, pero el de mayores dimensiones establecidas, y de cuyas dimensiones no cabe duda, son las de uno que se conserva en el museo Leverian, que mide trece pies una pulgada, de ala a ala. Este, sin embargo debe haber sido un pájaro viejo, porque el que matamos es más grande que el porte usual de los ejemplares que se han obtenido. Molina afirma , en su informe sobre esta ave, vol. i.p. 298, que el más grande que ha visto medía catorce pies y algunas pulgadas (medida española), desde la punta de un ala hasta la de la otra. El Sr. Humboldt también ofrece una detallada descripción: “Es con el cóndor – dice este célebre explorador- como con los patagones, y muchos otras cosas de historia natural: mientras más son investigadas, más disminuyen en tamaño”. Habitan en las montañas más altas de los Andes, y sólo descienden a los valles cuando son presionados por el hambre. Frecuentemente, en conjunto, atacan al ganado, venados, guanacos, e incluso al puma, y siempre tienen éxito en matarlos; pero su alimento principal es la carroña, de la cual, en un territorio tan abundantemente provisto de cuadrúpedos, probablemente no escasea.

Nuestra partida del Estrecho estuvo acompañada por un excelente tiempo; la luna estaba llena, y el viento bueno y moderado.

  1. posición espera el acercamiento del enemigo, a quien le echa su orina, que produce un inaguantable olor, que ni un hombre, perro, o tigre se atrevería tocar el animal. El yagouaré se mueve muy lentamente, y no puede correr. Pare dos jóvenes que son colocados en el fondo de la madriguera. Los inconquistables indios de las pampas hacen mantas con las pieles de zorro, conejillo de indias, u otros animales, y en el borde de ellos con las pieles del yagouaré, que son suaves y finas, que serían aptas de ser empleadas por los peleteros si no fuera por el olor desagradable que imparten a todo lo que tocan. Los indígenas comen la carne de este animal, al cual molestan hasta que su único medio de defensa se hace inútil, y entonces puede ser capturado sin consecuencias desagradables.