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May. 1830.
DIARIO DE MURRAY - CABO GRAHAM.

él mismo el más hábil conductor, no creo que podría haber ido tan lejos a lo largo de una costa desprotegida, a través de corrientes de marea, y aún así haber regresado a salvo."

Lo siguiente es un extracto de su Diario:

"'Cerca del cabo Graham, vimos un grupo grande de indios, con varias canoas, una de las cuales, en la que remaban dos hombres y una mujer, llegó al costado de nuestro bote, y nos vendieron algunos excelentes pescados, por el gran precio de dos botones de metal y una pequeña cadena de cuentas. Al no encontrar un lugar en el cual desembarcar, a causa de las rocas y el fuerte oleaje, navegamos a lo largo de la costa unas quince millas hacia el norte. Nos acercamos a un arrecife de cima plana y cubierta de pasto, vi un guanaco grande, y justo después un manada completa pastando, por lo que parecía que hacía la tarea de centinela. La orilla nos invitaba, y el suelo parecía abundante; pero muchas rocas nos mostraban sus afiladas puntas al borde del agua como para permitir nuestro desembarco. Por fin encontramos un manchón con guijarros entre dos arrecifes de rocas, y ahí tuvimos éxito en varar el bote, pasando a través de un fuerte oleaje. Subí un cerro empinado y boscoso para obtener una vista de la vecindad, encontrando que por algunas millas el campo era plano, y aparentemente cubierto de hierba gruesa. Huellas de, y sendas hechas por, guanacos, eran muy numerosos en todas direcciones. Al día siguiente bogamos hacia el este contra un mar agitado por la corriente de marea, y al ocaso tratamos de desembarcar; pero fuimos decepcionados, al encontrar que la orilla estaba llena de rocas, por lo que no pudimos aproximarnos. Por lo tanto nos apresuramos hacia un largo arrecife rodeado de rocas, en el cual podríamos encontrar algún refugio, como rompeolas, durante la noche, pero encontramos tales turbulencias en sus cercanías, que fuimos obligados nuevamente a continuar nuestra ruta a lo largo de la costa en la obscuridad. Por fin escuché el ruido de una gran caída de agua, entre las rompientes de las grandes olas sobre las rocas, por lo que imaginé que podría haber una ensenada, hacia la cual avanzamos con prudencia, sondando con el escandallo y con un palo largo, y tuvimos éxito en la obtención de un lugar seguro temporalmente.

"Al pasar por la playa al día siguiente, vimos muchas manadas de guanacos pastando. Por la noche otra vez tuvimos