ejemplo. Doña Consolación aplicó varias veces la punta de su cigarro á las piernas desnudas del reo, pero el desgraciado no se estremeció, porque ya hacía rato que había dejado de sufrir para siempre.
El otro preso contemplaba la escena temblando y mirando como un loco á todas partes.
El alférez encargó al directorcillo que le interrogase.
Señor! jseñor! ¡diré todo lo que vos queráis!...
XXIX
El maldito
Pronto se extendió por el pueblo la noticia de que los reos iban á partir.' Las familias de los desgraciados corrían como locas.
Iban del con vento al cuartel, del cuartel al tribunal, y no encontrando en ninguna parte consuelo llenaban el aire de gritos y gemidos. El cura se había encerrado fingiéndose enfermo; el alférez había aumentado sus guardias, que recibían á culatazos á las mujeres suplicantes; el gobernadoreillo, ser completamente inútil, parecía más tonto y más inútil que nunca. Frente á la cárcel se agita- 13