- 31 florecido desde el origen de estos estudios hasta nuestro tiempo.
Reunió en un cuerpo de doctrina Aristóteles todos los antiguos escritores de este arte, desde su príncipe ó inventor Tisias, y expuso nominalmente los preceptos de cada uno con mucha claridad y diligencia, y tal gracia y brevedad añadió á las obras de los inventores, que nadie conoce ya sus libros, al paso que todos los que quieren enterarse de sus preceptos acuden á Aristóteles como á un intérpreto mucho más claro. Este sirvió do intermedio para que por él conociésemos á los restantes y á él mismo. Sus discípulos, aunque hicieron más hincapié en la filosofia, fieles aun en esto á su ejemplo, nos dejarou muchas reglas de retórica.
De otra fuente procedieron otros maestros de elocuencia que adelantaron mucho el arte, si el arte es útil. Contemporáneo de Aristoteles fué el grande y noble retórico Isócrátes, de quien no conocemos arte escritor pero sus discípulos é imitadores han consignado muchos preceptos.
De estas dos escuelas diversas, ocupada la una en la filosofía y solo por incidencia en la relórica, consagrada del todo la otra al arte y á los preceptos de la palabra, ha nacido posteriormente una nueva escuela que elige lo mejor de unos y otros para sus tratados. A éstus, así como á los anteriores, hemos acudido, añadiendo algo de nuestra cosecha; y si la eleccion de las cosas que en estos libros exponemos es tan feliz cumo grando fué el estudio y diligencia, cierlo es que ni á nosotros mismos ni á nadie ha de pesar de nuestro trabajo; pero si por ignorancia hemos omitido algo ó no lo hemos expuesto bastante bien, con facilidad y gusto mudaremos de parecer cuando álguien nos lo advierta. No es vergüenza saber poco, sino perseverar obstinadamente en el error. Este debe achacarse á la comun flaqueza humana; la tenacidad sólo á un defecto individual.
Nosotros, sin afirmacion alguna, investigando maduramente, diremos todas las cosas como en duda, no sea que por bus-