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OBJECIONES Á LA TEORÍA

que es de alta importancia vital para la especic. Así, pues, y yo me inclino á creerlo, las diferencias morfológicas que consideramos nosotros importantes, tales como el arreglo de las hojas, las divisiones de la flor ó del ovario, la posicion de los óvulos, etc., aparecieron en muchos casos primeramente como variaciones fluctuantes que más pronto ó más tarde se hicieron constantes por la naturaleza del organismo y de las condiciones ambientes, como tambien por el cruzamiento entre distintos indivíduos, pero no por la seleccion natural; porque como estos caracteres morfológicos no afectan al bienestar de la especie, cualquier pequeña variacion en ellos no pudo haber sido gobernada ó aumentada por la última causa dicha. Extraño resultado es este á que llegamos; á saber: que los caracteres de poca importancia vital para las especies, son los más importantes para el sistemático; pero, como ya veremos cuando tratemos del principio genético de clasificacion, no es esto de ningun modo tan paradójico como á primera vista parece. Aunque no tenemos pruebas buenas de la existencia en los séres orgánicos de una tendencia innata hácia el desarrollo progresivo, sin embargo éste necesariamente es consecuencia, como ya he intentado demostrar el capítulo cuarto, de la accion continuada de la seleccion natural. Porque la mejor definicion que se ha dado nunca para un alto tipo de organizacion es el grado en que las partes han sido especializadas ó diferenciadas; y la seleccion natural tiende siempre hácia este fin, por cuanto las partes pueden de este modo cumplir más eficazmente sus funciones. Un distinguido zoólogo, M. Saint George Mivart, ha reunido recientemente todas las objeciones que se han hecho siempre por otros y por mí contra la teoría de la seleccion natural, tal como la hemos expuesto Mr. Vallace y yo, y ha aclarado aquellas por ejemplos dados con admirable arte. Cuando se las ve así agrupadas, tienen un formidable aspecto; y como no entra en los planes de M. Mivart dar los varios hechos y consideraciones opuestos á sus conclusiones, no le queda al lector, que pueda desear oir en el asunto á las dos partes, el más ligero esfuerzo de razon y memoria. Cuando discute casos especiales, pasa M. Mivart en silencio los efectos del mayor ó menor uso de las partes, que yo, siempre he sostenido ser altamente importante y que he tratado con mayor extension que ningun otro