Página:Origen de las especies por medio de la selección natural.djvu/29

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Al considerar el orígen de las especies se concibe perfectamente que un naturalista que reflexiona sobre las mútuas afinidades de los séres orgánicos, sobre sus relaciones embriológicas, su distribucion geográfica y otros hechos semejantes, pueda llegar á la conclusion de que las especies no han sido creadas independientemente, sino que han descendido, como variedades, de otras especies. A pesar de todo, tal conclusion, áun estando bien fundada, no sería satisfactoria hasta poder demostrarse cómo han sido modificadas las innumerables especies que habitan este mundo, de modo que adquieran esa perfeccion de estructura y coadaptacion que con justicia excita nuestra admiracion. Continuamente la atribuyen los naturalistas á condiciones externas, clima, alimento, etc., como única causa posible de variacion. En un sentido limitado, como más adelante veremos, puede esto ser verdad; pero es absurdo atribuir á meras condiciones externas la estructura, por ejemplo, del picamaderos, con sus piés, cola, pico y lengua, tan admirablemente adaptados para coger insectos bajo la corteza de los árboles. En el caso del muérdago, que toma su alimento de ciertos árboles, que tiene semillas que necesitan ser trasportadas por ciertos pájaros, y que tiene flores con sexos separados, y que requieren absolutamente la accion de ciertos insectos para llevar el pólen de una flor á otra, es igualmente absurdo querer explicar la estructura de este parásito y sus relaciones con los varios séres orgánicos distintos, por los efectos de condiciones externas ó de hábito, ó por la volicion de la misma planta.

Es, por tanto, de la mayor importancia conseguir una clara percepcion de los medios de modificacion y coadaptacion. Al principio de mis observaciones me parecia probable que un cuidadoso estudio de los animales domésticos y de las plantas cultivadas ofreceria la mejor probabilidad de aclarar este oscuro problema. Y no anduve equivocado; en éste y en todos los demas casos de perplejidad he encontrado invariablemente que nuestro conocimiento, por imperfecto que sea, de la variacion por medio de la domesticidad, daba el mejor y más seguro norte. Yo osaria expresar mi conviccion del alto valor de tales estudios, aunque hayan sido muy comunmente descuidados por los naturalistas.

Por estas consideraciones, dedicaré el primer capítulo de