Página:Páginas eslavas - Cuentos y narraciones (1912).pdf/119

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
117
Julián Juderías

ella. Lisa la quería mucho, le contaba todos sus socretos y le comunicaba sus diabluras: hasta el punto de que Nastia era en la aldea de Prilutschin, un personaje mucho más importante que la actriz favorita del público en la Comedia francesa. Cierto día, dijole Nastia á su señorita á tiempo que la ayudaba á vestirse:

—Permítame V. que vayalioy á hacer una visita.

—Permitilo. ¿Adónde vas?

—A Tugulof, á casa de Berestow; la mujer del cocinero está de días y ayer nos convidó á comer.

—¡Muy bien! exclamó Lisa. Los señores están peleados y los criados se convidan.

—Y nosotros ¿qué tenemos que ver con los señores? replicó Nastia. Además, yo le pertenezco á V. y no á su papá. Me parece que todavía no se ha peleado V. con el hijo de Berestow. Si á los viejos les agrada de estar á malas, por mí que lo estén.

—Haz todo lo posible por ver á Alejo Berestow, Nastia, dijo Lisa. Así podrás decirme luego qué tal es y si es cierto lo que cuentan.

Nastia prometió hacerlo y su señorita esperó su regreso con extremada impaciencia. Nastia volvió cuando ya era de noche.

—Sabrá V., Lisabet Gregoriewna, dijo al entrar en el cuarto, que he visto al joven Berestow; y que lo he mirado muy despacio porque todo el día hemos estado juntos.

—¿Cómo? A ver, cuéntame, pero cuéntame las cosas por orden.

—Pues verá V., fuímos allá Anisia Yegorowna, Nenila, Dunka...

—¡Lo sé, lo sé! Y después ¿qué?...

—Permítame V. que cuente las cosas como fueron. Pues bien, llegamos á la hora del almuerzo. La habitación rebosaba gente. Estaban allí los hortelanos, los jardineros, la mandadera con sus hijas, d...