Página:Para leer a Carlos Castaneda.djvu/119

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sus prácticas de ensueño resulta, lógica y racionalmente, imposible de aceptar, fundamentalmente porque se carece de la energía suficiente para "entenderlo".

Me permito señalar una idea que Castaneda maneja en las páginas 162 y 163 de su libro. Allí relata que un día, estando en el Museo Nacional de Antropología e Historia de la ciudad de México con Don Juan, éste le dijo que todas las esculturas que estaban en una sala eran un "archivo" que habían dejado los brujos antiguos, y que cada piedra se podía leer a través del movimiento del punto de encaje, del mismo modo en que se lee la página de un libro.

Don Juan le propone a Castaneda que fije su mirada en una de ellas, que silencie su mente y trate de mover su punto de encaje. Al respecto, Castaneda dice que empezó a ver y oír cosas que no podría explicar. Menciona que había estado en esa sala en ocasiones anteriores en calidad de antropólogo, manejando la información de los "eruditos" en la materia, descripciones basadas en la mentalidad del hombre moderno (y nosotros añadiríamos que también en una mente colonizada). Castaneda reconoce que por primera vez le parecieron "idioteces," totalmente arbitrarias. Pero esa vez, en virtud de lo que él pudo percibir gracias al movimiento de su punto de encaje, sumado a lo que le dijo Don Juan sobre ellas y lo que él "vio y oyó", nada tenía que ver con lo que había leído y oído antes.

Éste es otro ejemplo de la vinculación que existe sobre la historia del México antiguo, su pensamiento filosófico y las llamadas por Castaneda "enseñanzas de Don Juan", Toltequidad o Toltecáyotl. Cuando Don Juan afirma que algunas de las llamadas zonas arqueológicas son lugares en los que los toltecas dejaron mucha información en las piedras, pero en campos de la segunda atención. De modo que estos lugares, especialmente los del periodo Clásico, no son ciudades, palacios o fortalezas. La obra de Castaneda puede ser un punto de referencia para que los mexicanos abordemos nuestro pasado desde un punto de vista descolonizado y una perspectiva filosófica.

Estudios como el que presentó el Dr. Rubén Bonifaz Nuño en su libro "Cosmogonía antigua mexicana. Hipótesis iconográfico y textual", UNAM, 1995, vienen a llenar el gran vacío que existe en la visión y comprensión de nuestro patrimonio cultural, desde una posición descolonizada, pues desde 1521 lo nuestro, lo propio, ha pasado a ser: primero diabólico, después primitivo y ahora folclórico y turístico.

"El arte de ensoñar" representa un desafío a quien ha seguido la "autobiografía" que Castaneda nos ofrece en toda su obra. El mundo del ensueño, con los exploradores, los rastreadores, los emisarios, las poderosas fuerzas de los seres inorgánicos y, finalmente, el encuentro con ese inquietante, misterioso y aterrador personaje imposible de aceptar y menos imaginar, llamado "el inquilino", un desafiante de la muerte que lleva vivo milenios enteros y que posee los conocimientos de los brujos de la antigüedad y que, según el texto, ha encontrado la puerta a la libertad a través de la energía de Carol Tiggs y Carlos Castaneda, nos deja en un verdadero estado de incertidumbre.

Si a todo esto le sumáramos las acciones que aparentemente contradicen las enseñanzas de Don Juan, tal como dar cursos y conferencias a personas que puedan pagarlos; o aceptáramos que el milenario conocimiento, patrimonio cultural del pueblo de México, ahora "pertenece" a un selecto grupo de discípulos del nagual Castaneda, deberíamos pensar que Castaneda está en busca de un destino personal, en el que no caben los miles de seguidores que tiene en todo el mundo y que, contradictoriamente, hoy más que nunca, se expone ante las masas, que piensan que Castaneda les está transmitiendo el conocimiento de Don Juan, para tratar de corresponder a lo que él le dio.

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