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El Nagual les advirtió a todos ellos que los guerreros, tanto hombres como mujeres, deben ser impecables en su esfuerzo por cambiar, con el objeto de asustar a la forma humana y deshacerse de ella...

—El Nagual nos hizo saber que éramos toltecas. Todos nosotros somos toltecas. Según él, un tolteca es un receptor y conservador de misterios. El Nagual y Genaro son toltecas. Nos dieron su luminosidad y sus misterios. Recibimos sus misterios y ahora los conservamos.

Su empleo de la palabra «tolteca» me desconcertó. Yo estaba familiarizado únicamente con su significado antropológico. En ese contexto, refiere siempre a la cultura de un pueblo de lengua náhuatl del centro y sur de México, ya extinguido en tiempos de la Conquista.

—¿Por qué nos llamaba toltecas? pregunté, sin saber qué otra cosa decir.

—Porque eso es lo que somos. En vez de decir qué éramos brujos o hechiceros, él decía que éramos toltecas.

—¿Les dijo el Nagual en alguna oportunidad que los toltecas eran un pueblo antiguo que vivió por esta parte de México? —pregunté.

—¿Ves a dónde vas a parar? Por eso a ti no te dijo nada. Lo más probable es que el viejo cuervo no supiera que se trataba de un pueblo antiguo.

Se mecía en la silla mientras reía. Su risa era muy agradable y contagiosa.

—Somos toltecas, Maestro —dijo—. Ten la seguridad de que lo somos...

Néstor afirmó que estaban acostumbrados a andar en la oscuridad y que el arte de un brujo consistía en pasar desapercibido aun en medio de la multitud...

Aprendieron a pasar inadvertidos por en medio de todo eso. Conocían el arte del acecho...

El Nagual decía que es un honor y una satisfacción ser un guerrero, y que la fortuna del guerrero consiste en hacer lo que debe hacer...

5 El arte del soñar

Me hizo saber que el Nagual le había recomendado ser un guerrero vehemente y seguir cualquiera de los caminos que su destino le trazara...

Un cazador se limita a cazar —dijo—. Un acechador lo acecha todo, inclusive a sí mismo...

El Nagual me dijo que es posible llegar a acechar nuestras propias debilidades...

—¿Cómo es posible acechar las propias debilidades, Gorda?

—Del mismo modo en que se acecha una presa. Descifras tus costumbres hasta conocer todas las consecuencias de tu debilidad y te abalanzas sobre ellas y las coges como a conejos en una jaula...

En realidad, lo que un guerrero necesita para ser un acechador impecable es tener un propósito...

Todos disponemos de poder personal para algo...

Estaba convencido de que la conciencia de muerte podía dotarnos de las fuerzas necesarias para resistir la presión y el dolor de la vida y el temor a lo desconocido...

Afirmó que le había llevado muchísimo tiempo entender que el Nagual también había tenido que abandonar la forma humana. No era cruel. Sencillamente, ya no experimentaba sentimientos humanos. Todo era igual para él. Había aceptado su destino...

El Nagual no estableció las reglas —dijo—. Las reglas fueron establecidas en alguna parte, allí fuera; no por un hombre...

—No importa lo que nadie diga ni haga afirmó. Tú debes ser impecable. La lucha se libra en nuestro pecho.

Me dio unos ligeros golpes en el pecho.

—Si tu padre o tu abuelo se hubiesen propuesto ser guerreros impecables —prosiguió don Juan—, no habrían perdido el tiempo en discusiones bizantinas. Hay que dedicar todo el tiempo y toda la energía para poder superar la propia estupidez. Y eso es lo importante. El resto no vale la pena.. .

El Nagual me dijo que los brujos solían ser llamados toltecas en el lenguaje de su benefactor...

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