que con sus palabras incitantes, despierta en los demás la furiosa sed del dinero.
¡Qué febril ansiedad!! Cómo brillan sus ojos!!
Desgraciados: suspended por un momento vuestro criminal juego, y observad lo que pasa en el seno de vuestras familias; todo miseria, todo sobresaltos, todo lágrimas, todo, desconsuelo, todo abandono!!!
Por aquí una esposa estrechando convulsivamente á sus hijos y anegada en lágrimas viendo el desvío de su esposo; por allí una madre pesarosa á quien su hijo malgasta el fruto de su vida logrado á fuerza de penalidades y economías, por acá luchando con la miseria, por allá devorando la vergüenza y por todas partes, luto, lágrimas y pesares.
Nada de esto importa al desgraciado ser que apegado al tapete, solo vislumbra oro y mas oro, convulso hasta esperar la ocasion propicia de serle la fortuna favorable: entónces, frenético, gasta en bacanales, lo que ha costado tantas amarguras, para volver el restante á quedarse en manos de otro igual, y así se disipa una fortuna, con la que podríase haber enjugado tantas lágrimas y