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V
PRÓLOGO.

nismo á culto de la forma antigua, bueno será recordar lo que dice de esto Ipandro en el prólogo de los Idilios de Bion, que por primera vez publicó en Guanajuato en 1868. Allí refiere que alguna vez le entraron escrúpulos sobre el contenido del libro que traducia, pero que todos se disiparon leyendo la homilía de San Basilio sobre la utilidad que se saca de los autores profanos: y recordando aquel texto del Deuteronomio, «en que manda el Señor á los Israelitas, que si entre los prisioneros de guerra se halla alguna hermosa cautiva, á quien alguno del pueblo escogido quiera unirse en matrimonio, se le haga ántes cambiar de vestidura y tocado, haciendo caer los cabellos y las uñas bajo la tijera purificadora, siendo entónces permitido el enlace. Así hemos de hacer con los autores profanos: despojarlos de lo superfluo y poco delicado, y aprovecharnos de lo demas para nuestra edificacion.»

Ipandro Acáico es decidido partidario del clasicismo, y formula su doctrina en estas valientes frases: «Sea dicho con perdon del abate Gaume, y de los admiradores de sus utopias, me atengo á la experiencia de todos los siglos que nos han precedido, al ejemplo de personajes célebres por su piedad no ménos que por sus letras, y á las doctrinas contenidas en una carta reciente del cardenal Vicario de Roma. Presentad á un jóven, no digo una homilía de un Santo Padre, sino una arenga de Demóstenes, y léjos de aficionarse á un estudio árido y difícil en los principios, arrojará gramáti-