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capitán Pepe se preocupó mucho y fue a consultárselo al cura párroco. Éste le consoló con estas palabras dichas con mucha gravedad y en muy mal tagalo: Hay que saber interpretar las palabras de nuestro Señor Jesucristo; aludía a los ricos que no dan nada a la Iglesia, que no se acuerdan de mandar decir misas, dar limosnas, hacer donaciones. Ya ves Pepe: (aquí se conmueve el capitán), Abraham, David, Salomón, Job y otros santos eran muy ricos, pero como no se olvidaban de Dios y mandaban decir misas por las almas del purgatorio, fueron queridos del Señor. Sigue Pepe, (aquí se asoma una lágrima de ternura a capitán Pepe) —sigue en esa buena senda y no imites a otros impíos que no dan nunca nada a la Iglesia. Mira, yo te diré en secreto una cosa pero no lo divulgues; guárdalo en el fondo de tu corazón; lo digo porque te quiero mucho, Pepe —(llora de veras capitán Pepe) —Anoche soñé que te llevaban los ángeles al cielo en medio de luces de bengala y cohetes, y los impíos iban al infierno de cabeza levantando hacia tí sus manos en ademán suplicante.

A esto contestó capitán Pepe con sollozos, dejando diez monedas de cuatro duros para una misa de gracia, besó la mano y se marchó.

¡El día en que le hicieron gobernadorcillo! El Simbang-baras ha sido un día de rosa para todos los sacristanes, empleados, cesantes, carabineros, alguaciles y… ¡Qué billetes versificados, qué pabalsás!

Su gobernadorcillo ha sido una continuada fiesta. El frac cortado por Alberto Reyes se veía en todas partes, de día y de noche ya en las procesiones, ya en la gallera, ya presidiendo a los munícipes de Binondo o a los chinos cargadores, portadores de jamones, pavos, manzanas, mangas, gallinas enteras, compañeros de capitán Pepe, lictores como dirían en la antigua Roma, para visitar a las autoridades de intramuros y al Cpn. General de Malacañang. Por eso las relaciones con los dioses del Olimpo, sus familiaridades con ciertas grandezas.

Durante el tiempo de sus regalos y genuflexiones, esto es, mientras gobernó pequeñitamente, en Binondo se oyeron los juicios más célebres, sentencias las más originales y variadas: Por si nuestro lector no es de Manila traeremos aquí dos de los menos célebres que tiene peso que le caracterizan.