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saca: de unos libritos que Sarda y Salvany publicó en Cataluña, para mantener el oscurantismo…"

—Pero el viejecito no pudo continuar, porque la voz del Altísimo me llamó ante su trono. Temblando me acerqué y me prosterné.

—"Vé al mundo, dijo la voz omnipotente, y dí a los que se llaman tus hijos, que Yo, que he creado los millones de soles en torno de los cuales giran miles de mundos, habitados cada uno por millones de millones de seres creados por Mí en mi bondad infinita, Yo no quiero servir de instrumento a las pasiones mezquinas de unas cuantas criaturas, precisamente no las más perfectas, ¡puñado de polvo que se lleva el viento, insignificante parte de los habitantes de uno de mis mundos más pequeños! Diles que Yo no quiero que, en mi nombre, se explote la miseria y la ignorancia de sus hermanos; que no quiero que en mi nombre se trate de sujetar la inteligencia y el pensamiento que Yo he hecho libres; no quiero que en mi nombre se cometa ningún abuso, ni que se arranque un suspiro, se derrame una lágrima o se vierta una sola gota de sangre; ni quiero que Me representen cruel, vengativo, sujeto a sus caprichos y como ejecutor de sus voluntades. Que no hagan de Mí, Yo que soy El Bueno, un tirano y un mal Padre; que no pretendan ser los únicos poseedores de la Luz y de la Vida eterna. ¿Cómo? Yo que he dado a cada ser aire, luz, vida, amor y alimentos para que viva y sea feliz, ¿había de negar a los demás, en provecho de unos pocos y por cierto no los mejores, lo más esencial, lo más trascendental, la felicidad verdadera? ¡Impío, absurdo! Díles que Yo, que soy el Todo y que fuera de Mí nada existe y nada puede existir sin mi voluntad y consentimiento, Yo no tengo, ni puedo tener enemigos; nada me es igual, ¡nadie puede oponerse a mi voluntad! Díles que sus enemigos no son míos, que Yo jamás me he identificado con ellos, y que el obrar suyo es vano, insensato y blasfemo. Díles que yo perdono el error, pero castigo la iniquidad; que olvido una falta contra Mí, pero persigo la vejación de un desgraciado, pues Yo soy infinitamente poderoso, y las injurias todas de todos los habitantes de todos los mundos, mil veces centuplicados, no han de dañar un átomo de mi gloria; pero que la menor injuria contra el pobre, contra el oprimido la he de castigar, pues no he creado nada,