Página:Prosa por José Rizal (JRNCC, 1961).pdf/93

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
83

suum intermittunt, vaccantes lustui, quasi insultantes tuae voluntati.[1]

Predicad, pues, la religión de las esperanzas y de las promesas, pues vosotros más que nadie teneis necesidad de perdón. No hableis de rigores ni condeneis a nadie, no vaya Dios a oiros y juzgaros según las leyes que forjasteis. Tened siempre en la memoría lo que Cristo dijo: Vae vobis Scribae et Phraissae hypocritae qui clauditis regnum coelorum ante homines: vos non intratis, nec introeuntes sinitis intrare.[2] ¡Menos codicia y más caridad!

Ahora lo que te diré particularmente es esto: Que tú eres un infeliz mentecato, que dices muchas tonterías, pero esto casi no es culpa tuya; no podía esperar otra cosa de ti, y no quisiera castigarte por ellas. Pero tú tuviste el atrevimiento de no sólo insultar a los otros, en lo cual has faltado a la verdad y a la caridad, sino también de alabarte a ti mismo y todavía en letra bastardilla, para que todos lo notasen. Tu dijiste hablando de tí. Este Padre, yo le conozco bien, —o tú mentías o tú D. Pepe que resulta que no te conocía, y en cuanto a ti no te conoces, te lo aseguro;— aunque pareces algo testarudo, (¿qué algo?) ¿no ves cómo mi báculo se rompió en tu cabeza que no parece sino de piedra? pero no tenías necesidad de decirlo, porque todo el mundo sabe que ser testarudo es cualidad de gente ruda y no educada. Sin embargo, no sueles hablar en balde, —esto hasta cierto punto es verdad: cada palabra tuya es objeto de risa, así en la tierra como en el cielo.— ni acostumbras decir las cosas sin haberlas pensado, (tal vez; sólo que debes ser muy limitado de pensamiento). Por esta tonta vanidad mereces que yo te imponga una penitencia, un castigo, una vez para siempre, porque no me has de obligar a venir, a reprenderte cada vez que dices tonterías, mi vida no está dedicada a corregir tus mentecatadas.

Y el Obispo se puso a meditar:

—Sin duda que a tenerte que juzgar según tu modo de pensar, deberías ir al infierno o a tu purgatorio, cuando


  1. Tus cristianos sin embargo, por los cuales te crucificaron y mataron; para que muertos mismos no temiesen, sino que estuviesen seguros de la resurrección, no solamente lloran sus muertos de palabra y de obra, sino que hasta se atropellan para ir a la iglesia y llorarlos hasta algunos de tus clérigos y pastores interponen su ministerio, dispuestos al duelo como para insultar tu voluntad. —De cons. mort.
  2. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerrais el reino del cielo a los hombres: ni entrais ni depais a los demás entrar.