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QUO VADIS

Y pensé entonces en Popea, que había abandonado por Nerón á dos maridos; en Calvia Crispinilla, en Nigidia y en casi todas las mujeres que conozco; á excepción de Pomponia, todas ellas han hecho de la fidelidad un tráfico y de sus juramentos un escarnio; pero ésta, la mía, mi única adorada, no me ha de engañar ni traicionar jamás; no ha de extinguir el fuego sagrado, aun cuando todas las demás personas en quienes tengo puesta mi confianza me hubieran de hacer objeto de traición ó de abandono.

Y así, pues, te dije desde el fondo de mi alma: ¿Cómo podría demostrarte toda mi gratitud, sino mediante mi amor y mis homenajes?» ¿No has presentido que desde Ancio te hablaba continuamente, cual si á mi lado estuvieras? Y te amo cien veces más, porque huiste de mí en la casa del César!

Ni me importa ya más la casa del César; nada quiero ya de sus pompas, ni de sus fiestas: solo te quiero á tí.

Pronuncia una palabra, y dejaré á Roma, y nos retiraremos á vivir en alguna región lejana.

Sin levantar la cabeza del hombro de Vinicio, Ligia alzó la mirada pensativa hasta las altas copas de los cipreses, que argentaba la luz de la luna y contestó: —Muy bien, Marco. Me has hablado de llevarme á Sicilia, en donde Anlio desea pasar los últimos años de su vejez.

Vinicio la interrumpió lleno de alborozo: —Sí, amada míal Nuestras propiedades son colindantes. Aquella es una costa deliciosa: su clima es más suave y sus noches más bellas que las mismas noches de Roma, y perfumadas, y serenas. Allí la vida y la felicidad son casi una misma cosa.

Y con aire soñador hizo un animado esbozo del porvenir, agregando: —Alli olvidaremos nuestras amarguras. Por entre las arboledas y á la apacible sombra de los huertos de olivos nos pasearemos en medio de un reposo infinito. ¡Oh, Li-